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jueves, 14 de octubre de 2021

FORNITE NO ES UN VIDEOJUEGO

Arrancarme a escribir este artículo no ha sido nada fácil. Siento un gran respeto por todos los aficionados a los videojuegos. Me molestan particularmente las etiquetas como por ejemplo “casual”, porque es evidente el tono despectivo con el que va cargado el término. Si solo te gusta jugar a FIFA eres un “casual”, si solo juegas al CoD “eres un casual, si juegas en el móvil eres un supermega “casual”. Para mí, todos son videojugadores, y todos buscamos lo mismo en el videojuego, esos momentos de rara evasión, la aventura, el reto de habilidad o intelectual,  vivir otras vidas, habitar otros mundos.

Otro motivo que me retenía a la hora de escribir estas palabras era la pasión que siento por los videojuegos como medio de expresión creativo, no solo de ocio, que tambien, pero sobre todo por ser un medio nuevo de expresión artística que lleva décadas ofreciendo auténticas joyas. Y cuando alguien ataca a un videojuego desde fuera del mundillo, sin tener ni p*** idea (como suele ser normal en los medios de manipulación masiva) desde el amarillismo, me dan ganas de comprarme un lanzallamas.

Pero realidades que he vivido en mi propio entorno familiar y ese runrún que no para de sonar de fondo en mis oídos me ha llevado a la conclusión de que he estado durante demasiado tiempo mirando para otro lado, negándome a ver lo que ya no se puede negar; Fornite es un cáncer dentro del mundo de los videojuegos que está atacando sobre todo y más que nada a los más jóvenes. Y a los menores en particular, sin piedad.

 


 

Decia Richard Feynman que cualquiera que esté dispuesto a aprender sobre algo, debe estar dispuesto tambien a cambiar sus ideas. Espero que mi reflexión os invite como poco a comprender mi punto de vista y porque considero que Fornite es un grave problema que debemos acometer sin más tardanza.

La adicción a determinados videojuegos es real, y está ligada al consumismo desbocado que hoy impera en la industria del videojuego. No somos pocos los que acumulamos tal cantidad de juegos en nuestras bibliotecas que necesitaríamos varias vidas para completarlos todos. Los aficionados a este medio estamos constantemente bombardeados desde redes sociales e internet por anuncios de novedades y lanzamientos que nos invitan a una nueva compra. Del mismo modo funciona Fornite en su ámbito particular. Fornite es un microuniverso de micropagos, en su mayor parte estéticos.

 

Que nadie se llame a engaño, Epic quiere que solo juguemos a Fornite, exclusivamente, no quiere que juguemos a ninguna otra cosa, ni quiere que gastemos nuestro dinero en nada que no sea la tienda de Fornite. La voracidad y la avaricia de estas grandes empresas harían palidecer al mismísimo Rockefeller. Un ejemplo de ello, tan solo una perla del collar, es como Epic ha intentado zafarse del porcentaje de beneficios que debe pagarle a Apple y Google por estar en sus tiendas para dispositivos móviles. Y ojo, no es que me esté posicionando en defensa de estas dos grandes multinacionales, más bien contemplo el espectáculo intentando no vomitar. Fornite antes de esta polémica ya ingresaba 300 millones dólares mensuales tan solo con los micropagos. Fornite es la caja de Skiner elevada a su enésima potencia

 No busco acusar a nadie, pero sí que se asuman actitudes más responsables que no veo por ninguna parte. Los youtubers y streamers más influyentes deberían ser conscientes del poder de condicionamiento que ejercen sobre los menores. Ni los hago responsables ni los señalo como culpables, pero son obviamente parte de una posible solución, pues por desgracia muchos de estos youtubers, pudiendo ofrecer alternativas a un juego adictivo, estan más que nada preocupados por elevar su audiencia y ser los perritos falderos de la compañía “X” a cambio de un patrocinio. Lo quieran o no, la realidad les pone como uno de los principales promotores de la adicción al Fornite.

Los padres, que por los motivos que sean, justificados o no, delegan la educación de sus hijos en youtubers y streamers, padres que se desinteresan por completo sobre que videojuegos consumen sus hijos, en que redes sociales se mueven o con quien se relacionan.

Lo más terrible de esto es ver como una y otra vez, padres y streamers cuando se les reprocha el modo de educar a sus hijos o espectadores en los videojuegos (o más bien de NO educar) se limitan a pasarse la pelota los unos a los otros. El responsable de la educación de los hijos en el mundo de los videojuegos es siempre “el otro” la culpa es siempre “del otro”. Demasiada gente dispuesta a linchar a los culpables, muy pocos dispuestos a proponer soluciones.

 Afortunadamente cada vez hay más padres “gamers” padres que han comprendido que hay que educar en el videojuego, enseñar a consumir responsablemente y hacer que sus hijos sepan cómo funciona esta industria que se está volviendo por momentos cada vez más peligrosa. Cada vez más próxima a un casino o una máquina tragaperras.

Las ludopatías son un tema muy serio, que está afectando gravemente al rendimiento escolar de millones de niños, y en consecuencia, a su futuro laboral. Demasiado difícil tienen su futuro como para además buscarles adicciones que les dejen sin opciones el dia de mañana.

Y sobre todo no puedo dejar de lado algo que como videojugadores nos debe entristecer y es saber que todos esos chavales que juegan solo y exclusivamente al Fornite, como Epic quiere, se están perdiendo todo un mundo de juegos que ampliarían sus horizontes y abrirían sus mentes. Como Fornite les arrebata el disfrute de un juego de Mario, vivir una aventura con Link, conocer el poder de la amistad en Kingdom Hearts…

Por eso Fornite es un cáncer que está haciendo metástasis incluso en sagas consagradas como Final Fantasy. Fornite mata la creatividad y les niega a los niños la posibilidad del descubrimiento y la aventura para mantenerlos encerrados en una jaula de competitividad hueca y estéril.


 

 

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